El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien
Las virtudes humanas
adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una
perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por
la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la
práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.
virtud es una
disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo
realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas
sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y
lo elige a través de acciones concretas.
Las virtudes humanas,
llamadas también virtudes morales, son disposiciones estables del entendimiento
y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían
nuestra conducta según la razón y la fe, proporcionan facilidad, dominio y gozo
para llevar una vida moralmente buena; se adquieren mediante las fuerzas
humanas. Son los frutos y las raíces de los actos moralmente buenos. Disponen
todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino.
Pecados Capitales y
Virtudes para vencerlos
Virtudes para vencerlos
Soberbia: Es el deseo de superioridad y de alto honor y gloria
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Humildad: Es reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.
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Avaricia: Es el deseo de acaparar bienes
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Generosidad: Dar con gusto de uno mismo o de lo propio a los que necesiten.
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Lujuria: Es el desorden del apetito sexual
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Castidad: Control del apetito sexual.
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Ira: Reacción o actitud colérica ante un daño, dificultad o contrariedad.
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Paciencia: Soportar con paz y serenidad las adversidades.
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Gula: Deseo y consumo desordenado
de la comida y bebida.
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Templanza : Moderación en el comer y en el beber
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Envidia: Deseo o resentimiento de las cualidades, bienes o logros de otro.
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Caridad: Procurar el bien del prójimo.
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Pereza: Desgano en las obligaciones o ante los bienes espirituales.
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Diligencia: Cuidado y responsabilidad en el cumplimiento de las obligaciones.
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El hombre virtuoso es
el que practica libremente el bien. Son muchas las virtudes humanas pero pueden
agruparse en torno a cuatro principales, llamadas virtudes cardinales:
prudencia, justicia, fortaleza y templanza; las cuales desarrollamos a continuación:
La prudencia: es
la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia
nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. Es llamada auriga
virtutum: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la
prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente
decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos
sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas
sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
La justicia: es
la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y
al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada “la
virtud de la religión”. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar
los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía
que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre
justo se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su
conducta con el prójimo.
La fortaleza: es
la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en
la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de
superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz
de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a
las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la
propia vida por defender una causa justa.
La templanza: es
la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio
en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los
instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona
moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana
discreción y no se deja arrastrar “para seguir la pasión de su corazón”.
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