Después
de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella
se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y
prudencia para sobrevivir... Fernando Savater
Es el conjunto de
normas de carácter ético aplicadas en el desarrollo de una actividad laboral de
las cuales definimos como buenas o malas; marca pautas de conducta para el
desempeño de las funciones propias de un cargo dentro de un marco ético. En
muchos casos tratan temas de competencia y capacidad profesional, además de
temas específicos propios de cada área.
Ética Profesional,
también se puede definir como ʺla actividad personal, puesta de una manera
estable y honrada al servicio de los demás y en beneficio propio, a impulsos de
la propia vocación y con la dignidad que corresponde a la persona humanaʺ. En
sentido amplio, abarca también los oficios y trabajos permanentes y
remunerados.
En virtud de su
profesión, el sujeto ocupa una situación que le confiere deberes y derechos
especiales, tales como:
v Finalidad
de la Profesión. La finalidad del trabajo profesional es el bien común. La
capacitación que se requiere para ejercer este trabajo, está siempre orientada
a un mejor rendimiento dentro de las actividades especializadas para el
beneficio de la sociedad. Sin este horizonte y finalidad, una profesión se convierte
en un medio de lucro o de honor, o simplemente, en el instrumento de la
degradación moral del propio sujeto.
v El
Propio beneficio. Lo ideal es tomar en cuenta el agrado y utilidad de la
profesión; y si no se insiste tanto en este aspecto, es porque todo el mundo se
inclina por naturaleza a la consideración de su provecho personal, gracias a su
profesión.
v Capacidad
profesional. Un profesional debe ofrecer una preparación especial en dos
sentidos: capacidad intelectual y capacidad moral.
La capacidad intelectual, consiste en el
conjunto de conocimientos que dentro de su profesión, lo hacen apto para
desarrollar sus labores.
La capacidad moral, es el valor del profesional
como persona, lo cual da una dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo, digna
del aprecio de todo el que encuentra. Abarca no sólo la honestidad en el trato,
no sólo en el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de lo pactado, sino
además la capacidad para abarcar y traspasar su propia esfera profesional en un
horizonte mucho más amplio, hacia la búsqueda y construcción de una sociedad más justa
y equilibrada. El profesional debe ejercer su función desde la más estricta
honradez y fidelidad a los principios.
Junto a los
conocimientos y habilidades para el buen desempeño, los profesionales deben
caracterizarse por sus principios éticos y morales, por su honestidad a toda
prueba, por su incorruptibilidad, por su disciplina, su espíritu colectivo, por
su austeridad, modestia y estilo de vida sencillo. El ejercicio profesional
demanda un amplio campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su
conjunto, cuyo correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al
desarrollo de la actividad.
La responsabilidad profesional
Los profesionales están
obligados por responsabilidades morales especiales, que son requerimientos
morales, a aplicar a su conocimiento, de forma que beneficie al resto de la
sociedad. Dicho lo anterior, podemos hablar de la existencia tanto de una ética
como de una deontología profesional. La primera se centraría sobre todo en
perfilar y definir el bien de una determinada profesión (no sólo el personal
del propio profesional, sino especialmente su aportación al bien social o
común), mientras que la segunda se ocuparía de las obligaciones propias de
dicha actividad. En otras palabras: la ética profesional sería la expresión de
las diversas y plurales éticas de máximos existentes en todos y cada uno de los
profesionales de especialidad, mientras que la deontología expresaría la ética
de mínimos que todas las anteriores comparten y están obligadas a cumplir a
pesar de sus diferencias.
El deber La experiencia
ética en el campo de la profesión se relaciona, fundamentalmente, con tres
ideas: la idea del deber, la idea del bien y la idea del sentido. Desarrollar
una profesión es, de entrada, adquirir unos deberes y llevarlos a cabo mediante
la intervención en un determinado ámbito de la sociedad. En segundo lugar, es
intentar hacer un bien a un destinatario y, asimismo, a un conjunto social y,
en tercer lugar, es construir prácticamente un sentido con la propia actividad,
con la propia vida.
Trabajamos por algún
motivo, para conseguir un determinado objetivo, aunque no todos coincidamos en
la razón o el motivo de nuestro trabajo. A veces, la profesión tiene un sentido
intrínseco, es decir, por sí misma tiene valor. En otras ocasiones, la
profesión tiene un sentido extrínseco, es decir, se le atribuye valor porque
gracias a ella uno alcanza determinados objetivos ajenos a la profesión, pero
que no podría alcanzar sin ella.
La experiencia de la profesión, al igual que
la experiencia ética, se relaciona en todo caso con estos tres conceptos: el
deber, el bien y el sentido. Ser profesional, sea del sector que sea, significa
asumir unos determinados deberes. La experiencia ética se refiere directamente
a la experiencia del deber.